Ella tiraba piedras
con los ojos
salpicando su perfume
venenoso
en gotas de colirio.
Yo no me escondo
ni la esquivo
pero tampoco contesto
su vistazo.
Ella tiraba piedras
con palabras
pulverizando vocales
ponzoñosas
en armónicos bilabiales.
Yo no me agacho
ni rehuyo
pero ni siquiera susurro
una respuesta.
Ella tiraba piedras
cada tanto
confiando su arrojo
resuelto
en mi silencio.
Yo no me inmuto
ni abandono
pero si le escribo disimula,
calla los ojos,
ciega su boca,
camina sorda y nerviosa,
esconde,
despacio,
su mano.
Buenos Aires; 28 de enero de 2014
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