si yo vivo en el cementerio,
si para colmo mis calles no alumbran nunca el nicho
que me corresponde,
si termino constantemente dormido a la intemperie sobre el mármol,
tembloroso
como un rolito.
Y qué le voy a hacer
si mis vecinos no me hablan,
si por si fuera poco debo huir sigiloso de los custodios
y las pulgas,
si acabo invariablemente solo a la madrugada sobre el pasto,
desenchufado
como una bordeadora.
Y qué le voy a hacer
si me comen los gusanos,
si no son suficientes las moscas frotándose las patas
en silencio,
si concluyo eternamente putrefacto ceniciento sobre el polvo,
extinto
como un fuego fatuo.
Buenos Aires; 24 de noviembre de 2013
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