Saltar y escapar, perder el miedo al olvido. Atravesar montañas como piedras planas, como espacio vacío con pendientes progresivas que potencien el salto y la catapulta.
Dejarse flotar en tormentas alegres, cantarazos que sufran nuestro nombres, nuestros rostros y nuestras huellas. Dejarse disolver contra la tierra y ser ésta, ser espacio (soporte).
Nutrirse como raíz profunda en arenas movedizas, cristalizar y fluir en simultáneo. Y saltar y escapar de nuevo; y explorar toda la tierra y el espacio, con hambre, con sed, con toda la voracidad y el deseo.
Existir en demasía, olvidar límites (polo tierra). Declararse finalmente un ente de luz y enterrar el mundo (situarlo donde pertenece). Todo por no dejar minuto de paz a las neuronas, que registren todo y jamás quieran/puedan olvidar.
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