Desamárrate de una vez, ya que tanto ansías,
desata los nudos de tu virginidad postergada,
rompe las cuerdas de la razón y el sentimiento,
y dale rienda suelta a lo que no sabes que quieres.
Suéltate de una vez, ya que tanto te empeñas,
libérate de la cruz, el pan y el cáliz exquisito,
deshecha cualquier posibilidad que no sea inmediata,
y sal a vivir sin miedo aun porfiando valentía.
Desenrédate de una vez, ya que tanto te interesa,
desteje de un tajo este suéter de hilo infinito,
quiebra las agujas, los por qué y los por cuánto,
y derrámate con fluidez descreyendo gravedades.
Desencadénate de una vez, ya que tanto deseas,
olvídate de mí, del nosotros que nunca fuimos,
desbarata a aquel sueño de velas y colores en la piel,
y córrete lejos, que septiembre acaba.
Buenos Aires, 30 de septiembre de 2012
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