ni razonarme en la coincidencia y el encuentro fugaz
incapaz de una réplica.
Hoy no alivia quererte,
ni encariñarme en las distancias que me alejan
de tu vida por delante.
Hoy no alivia escribirte,
ni sostenerme en el anhelo que acaso aun respira
por pura anticipación de la nostalgia.
Quién tuviese el valor y la mano firme,
quién pudiese sobrevivirte intacto
y seguir,
como si nada,
o como si todo.
Cómo saber si te escribo a vos
(o a vos, o a vos, o a mi).
Cómo sentir si esto es real o un boceto imaginado.
Cómo esperar si hasta la incertidumbre es lejana,
tanto que no importa siquiera dónde ni cuándo.
Contraído desde la mano que te escribe,
un tendón agarrotado
me tironea con violencia las arterias coronarias,
me paraliza las letras ya sin pálpitos fecundos
y sutil,
(suave, inconsciente, enajenado)
me desenchufa de un tajo
la esperanza.
Buenos Aires, 19 de marzo de 2012
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